Yo distinguiría dos temas:
El primero es que cada bar o restaurante haga lo que le de la gana. El estado no puede decirle al dueño del bar lo que tiene que hacer y al que no le interese ir que no vaya. Que hagan bares para no fumadores y que vayan allí, punto pelota.
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En eso te equivocas, el que alguien sea dueño de un bar no significa que pueda hacer todo lo que le da la gana, o que no tenga que estar sometido a las Leyes. El Estado puede y debe de decirle al dueño de un bar lo que puede, o no puede, hacer en un establecimiento abierto al público. Pretender lo contrario sería tan absurdo como que el Estado no pudiera decirle al dueño de un bar el número máximo de personas que puede albergar el establecimeinto, si tiene o no tiene que tener WC, o si puede o no puede permitir que se fumen porros, o se pueda uno pinchar en su bar.
Por otra parte están los trabajadores del bar, que no tienen por qué tragarse los malos humos de nadie, pero parece que en esos trabajadores casi nadie piensa, y si un cliente sufre un grave perjuicio por pasarse 15, ó 45 minutos en un bar tragando humo ajeno, los trabajadores tienen que pasarse no menos de 8 horas en esas penosas condiciones. Y a ellos no les cabe lo de "si no están de acuerdo que no vayan". Lo dicho, el derecho de una persona termina donde empieza el derecho de los demás.