26/03/2023 A LAS 17:10 H

Raquetas de nieve, una buena opción de montaña

Adentrarse en la magia de la montaña en invierno va mucho más allá de la aventura. Con unas buenas raquetas bajo los pies y una mochila a la espalda, nada puede interponerse en el camino. La ruta atraviesa senderos de nieve y lagos helados. Es entonces cuando la excursión se transforma en una experiencia fantástica.

Las raquetas (o snowshoes) se han convertido en una herramienta fundamental para disfrutar de la montaña en invierno. Permiten atravesar prácticamente cualquier terreno nevado, desde laderas suaves hasta ríos congelados.

Pero su mejor virtud es la sencillez: cualquier persona capaz de caminar puede calzarse unas raquetas y hacer excursiones con ellas. Los aficionados aseguran que, tras los cuatro primeros pasos, todo novato se convierte en un buen conocedor de este instrumento. No importan la edad ni la técnica: existen incluso modelos adaptados para los niños de tres años.

Las raquetas son unas plataformas con un entramado central sobre el que se apoya el pie al caminar. Como la superficie que abarca cada paso es muy amplia, el cuerpo no se hunde en la nieve.

Además, la mayoría de los modelos modernos han incorporado crampones que evitan los resbalones en las pendientes a pesar del hielo o de los desniveles muy pronunciados.

Los seres humanos han conocido las ventajas de estos instrumentos durante miles de años. Los arqueólogos han descubierto que las tribus prehistóricas de Asia utilizaron raquetas para cruzar el estrecho de Bering (la mayor travesía hecha jamás con snowshoes) y emprender la colonización de América del Norte.

Aunque el tiempo ha sustituido las viejas raquetas de piel de oso y madera por los ligeros plásticos actuales, el mito continua vivo todavía.

Zonas aptas para las raquetas de nieve

Cualquier terreno nevado es bueno para recorrerlo con raquetas. No es necesario que haya mucha cantidad de nieve ni que ésta sea de gran calidad; basta con que el pie se hunda ligeramente sobre el terreno para que resulte más que recomendable calzarse unas buenas raquetas.

En Canadá y Estados Unidos, estos instrumentos son herramientas necesarias para afrontar las fuertes nevadas de invierno. Allí han surgido clubes de aficionados que organizan eventos y competiciones anuales, como la Asociación Internacional de Snowshoeing.

Las raquetas también gozan de gran aceptación en Europa, donde se utilizan principalmente para realizar rutas por las zonas montañosas. Desde los Alpes se está trabajando mucho en la difusión del snowshoeing y en la investigación de la tecnología que permita mejorar el material.

Aunque en España no son frecuentes las grandes nevadas, los recorridos con raquetas en la montaña se están popularizando de la mano de los aficionados al excursionismo que prefieren caminar a esquiar. Algunos prefieren seguir los senderos marcados para trekkear en verano, pero la nieve suele ocultar las señales, con lo que resulta obligado desarrollar un buen sentido de la orientación. Pero encontrar el terreno perfecto para practicar con las raquetas es fácil, sólo se han de buscar dos cosas: nieve y un hermoso paisaje.

Técnica necesaria

Excursión en raquetas por el bosque.
Foto: bob august (Flickr).

Llevar raquetas de nieve es tan sencillo como caminar. Más que aprender una técnica, los principiantes han de tener en cuenta una serie de consejos que les permitirán familiarizarse rápidamente con su nuevo calzado. Ante todo, se ha de evitar pisar una raqueta con la otra. Con un poco de cuidado y una separación ligeramente superior a la normal entre un pie y el otro, el problema está resuelto. Si se pisa con firmeza, la adhesión al suelo aumentará y el riesgo de caer será menor.

En las subidas, no hay que tener miedo a resbalar porque las raquetas proporcionan la estabilidad suficiente como para atacar directamente la pendiente, sea en línea recta o en zigzag. Si la nieve está muy dura, hay que intentar que toda la suela de la raqueta toque la superficie para adaptarse bien a la cuesta. También presionar con el pie hasta crear un punto de apoyo suficiente para aguantar el peso de una persona. Entonces, se da un paso y se repite el proceso. En caso de pendientes muy pronunciadas, hay que recurrir al piolet y los crampones y tener en cuenta que las raquetas no sirven para escalar.

Los descensos tampoco resultan ni peligrosos ni complicados. La tracción de la raqueta aumentará si se descarga el peso del cuerpo sobre los talones. Sin embargo, lo mejor para mantener el equilibrio es inclinarse ligeramente hacia delante, con las rodillas algo flexionadas.

En caso de que un lago o un río helado se interponga en el itinerario del excursionista, las raquetas, como verdaderos “todoterrenos” que son, permiten cruzar capas de hielo relativamente poco espesas. Sólo hay que avanzar con seguridad, sabiendo que el peso del cuerpo se reparte correctamente y que el peligro de que la corteza helada se rompa es mínimo si se está en invierno y a temperaturas muy bajas. Por supuesto, ante la duda, siempre resultará más prudente buscar otro camino.

Algunos consejos

Al preparar una excursión con raquetas se han de tomar las mismas precauciones que al planear cualquier otro tipo de recorrido por montaña. Además, hay que tener en cuenta que el invierno entraña riesgo de avalanchas en algunas zonas. Es importante informarse adecuadamente sobre la previsión meteorológica y las características del itinerario.

  • Los instrumentos de orientación básicos, como los mapas, la brújula y el altímetro, no han de faltar en la mochila.
  • Los principiantes han de tener en cuenta que el pie permanece sujeto a la fijación y no a la raqueta, con lo que un mal paso puede hacer que el armazón gire. Hay que intentar que esto no suceda nunca, porque el riesgo de lesiones es muy grande. Algunos principiantes atan un cordón largo, de unos 30 centímetros, entre el talón de la fijación y la suela, para evitar que la raqueta se dé la vuelta.
  • Es recomendable beber agua con frecuencia y comer alimentos energéticos.
  • Las raquetas nunca han de usarse para andar sobre piedras o para cruzar arroyos de montaña.

El material

Las raquetas de nieve modernas han sustituido las viejas pieles de oso por aluminio y otros materiales sintéticos mucho más ligeros y resistentes. Un snowshoe consta de varias partes:

  • Armazón: Compuesto por la base de sustentación, que es el aro externo que da la forma, y los entramados centrales que hacen que la raqueta flote sobre la superficie.
  • Fijaciones: Gracias a ellas, el pie no queda fijo sobre la plataforma, sino que puede moverse cómodamente.
  • Mecanismos de tracción: Crampones o cualquier otro elemento que permita adherirse con fuerza al suelo. Los crampones han de ser resistentes.

Hay diversas clases de raquetas según la forma:

  • Ovaladas y alargadas: Diseñadas para dar la máxima estabilidad, se hunden muy poco en la nieve y se adaptan a la mayoría de travesías.
    De raqueta de tenis: Redondeadas y con la cola o mango, rematada en punta, permiten sacar fácilmente el pie de la nieve, facilitando mucho la caminata.
  • Sinuosa: Anchas en la parte delantera y trasera y algo más estrechas en el centro, evitan que se pisen los aros durante la excursión.
  • Oval: Inspiradas en los modelos tradicionales usados hace siglos, resultan adecuadas para las personas que miden menos de 1’60 a las que el uso de otros tipos les obligaría a mover mucho la cadera.
Foto: Counteract (Flickr).

Cada tipo de raqueta tiene sus ventajas e inconvenientes y hay que saber elegir la más adecuada para cada actividad. Para caminatas por terrenos llanos, se recomienda una raqueta de paseo, pequeña y bastante sencilla. Mientras, para las rutas de montaña, es aconsejable calzarse unas raquetas de excursionismo, de entre 60 y 80 centímetros de longitud.

Otro factor que influye en la elección de la raqueta es la constitución física de la persona: cuanto más robusto sea el excursionista y más pese el equipo que lleva consigo, mayor ha de ser la superficie de la plataforma. Además, para andar sobre nieve ligera y esponjosa es conveniente utilizar una raqueta grande, mientras que un tamaño menor será adecuado para las capas húmedas y compactas.

El calzado ha de ser cómodo y debe adaptarse perfectamente al pie. Para los paseos o las excursiones cortas, pueden servir unas buenas botas de senderismo de verano. También las botas de montaña clásicas resultan útiles, sobre todo si están adaptadas a las condiciones invernales con forros para conservar el calor. En todo caso, lo menos recomendable son las botas de esquí de montaña, demasiado altas para las raquetas.

Un accesorio muy útil son los bastones de esquí, que permiten equilibrar el paso en las subidas y bajadas y ofrecen un buen punto de apoyo. Los expertos aconsejan palos cortos, que lleguen entre el codo y el hombro, porque los largos pueden molestar en los tramos sencillos. Judith Bozzo recomienda utilizar bastones telescópicos, que pueden regularse a distintas alturas según el terreno.

Al preparar la mochila para una excursión, no se puede olvidar el material básico para los montañeros y los instrumentos de orientación sobre la nieve. Pero, sobre todo, se ha de tener en cuenta que una excesiva cantidad de material va a endurecer considerablemente el recorrido.

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