21/04/2025 A LAS 09:30 H

El precio de los forfaits: ¿pagar más o menos en función de la oferta?

Cuando llega la temporada de esquí, las estaciones se convierten en el punto de encuentro de miles de personas deseosas de disfrutar de la nieve. Sin embargo, en temporadas como la actual en las que el blanco elemento escasea, vuelve a surgir un debate recurrente entre los aficionados al esquí: ¿por qué el precio del forfait no se ajusta cuando las pistas disponibles son pocas? Para muchos, pagar el mismo importe en días con menos kilómetros esquiables parece injusto.

En este artículo queremos hacer un análisis sobre cómo se entiende el precio de los forfaits, poniendo en valor la infraestructura y los servicios que estas instalaciones ofrecen, independientemente de la cantidad de pistas abiertas.

El malentendido común: pagar por “menos”

Para muchos usuarios, el precio del forfait debería ser proporcional a la cantidad de pistas abiertas. Si la estación ofrece 30 kilómetros esquiables y solo tiene habilitados 3 kilómetros debido a falta de nieve o condiciones meteorológicas adversas, el razonamiento lógico para ellos es que el precio debería reducirse drásticamente. Esta percepción, aunque comprensible, no refleja la realidad económica y operativa de las estaciones de esquí.

Las estaciones no venden forfaits en función de la cantidad de kilómetros de pistas abiertas, sino como un acceso integral a una experiencia. Esto incluye no solo las pistas, sino también todos los servicios que garantizan que la estación funcione: remontes, personal de mantenimiento, cafeterías, seguridad, producción de nieve artificial, alquileres de equipos y mucho más.

El forfait como acceso al mínimo, no al máximo

El enfoque alternativo que analizamos supone un cambio de la narrativa: el precio del forfait no debería entenderse como un pago por el 100% de las pistas abiertas, sino como un pago mínimo por acceder a todo lo que la estación pone a disposición del usuario, incluso en condiciones limitadas.

Cuando la estación abre al 100%, el esquiador no paga un “extra” por ese incremento en la oferta. Es decir, no hay un sobrecoste cuando se habilitan más pistas o cuando las condiciones son óptimas. Desde este punto de vista, el forfait representa un acceso básico garantizado que incluye:

  1. Infraestructura operativa: Desde remontes que necesitan mantenimiento constante hasta sistemas de nieve artificial que consumen electricidad y agua o acondicionamiento de accesos y aparcamientos, estos elementos no dependen del número de pistas abiertas.
  2. Servicios al cliente: Las estaciones deben mantener abiertos sus puntos de información, cafeterías, restaurantes y alquileres de equipos, incluso en jornadas con afluencia limitada.
  3. Seguridad: Los equipos de rescate y socorro trabajan cada día para garantizar la seguridad de los esquiadores, independientemente de las condiciones climáticas o la cantidad de usuarios.
  4. Preparación de pistas: Incluso cuando solo hay un porcentaje de pistas abiertas, estas deben estar perfectamente acondicionadas. El trabajo de las máquinas pisa-nieves, los operarios y otros equipos es esencial.

La percepción del “valor” añadido

Cuando las condiciones meteorológicas permiten que una estación de esquí abra al 100% de su capacidad, los esquiadores perciben más “valor” en el forfait que han pagado. Sin embargo, ese valor adicional no se traduce en un aumento de precio para el usuario. Es decir, el precio sigue siendo el mismo que en una jornada donde solo está habilitado el 20% de las pistas.

En lugar de considerar que el forfait es caro en días con pocas pistas abiertas, se podría plantear que el esquiador está obteniendo un descuento implícito cuando todo está disponible. Esto redefine la idea de justicia en el precio: no se trata de pagar menos por menos, sino de no pagar más por más.

El trasfondo económico: costos fijos y variables

El funcionamiento de una estación de esquí implica tanto costos fijos como variables. Los costos fijos incluyen el mantenimiento de infraestructuras, sueldos del personal, seguros y servicios básicos, que no dependen de cuántas pistas estén abiertas. Por otro lado, los costos variables pueden incluir el uso de electricidad para producir nieve artificial o gastos en combustible para máquinas pisa-nieves adicionales.

Aunque pueda parecer que una estación de esquí gasta menos cuando está parcialmente operativa, la realidad es que la mayor parte de sus costos se mantienen constantes. Por lo tanto, reducir el precio de los forfaits de forma proporcional al porcentaje de pistas abiertas no sería económicamente sostenible para la mayoría de estas empresas.

El papel de la experiencia en la montaña

Es importante recordar que un forfait no solo da acceso a las pistas. También permite disfrutar de una experiencia en la montaña, con todo lo que ello implica:

  • Un entorno seguro y controlado.
  • Servicios de calidad para el esquiador.
  • Espacios habilitados para el descanso y la gastronomía.
  • La posibilidad de esquiar en nieve artificial, incluso en temporadas de escasez.

Al pagar por un forfait, el esquiador está invirtiendo en una experiencia global que va más allá del número de kilómetros disponibles para esquiar.

Un cambio en la percepción del precio

Para que esta nueva perspectiva sea entendida por los usuarios, sería fundamental algo que habitualmente no se hace; que las estaciones de esquí comuniquen de forma clara cómo se estructura el precio de un forfait. Esto podría incluir mensajes informativos que expliquen que el precio refleja el acceso a una infraestructura y servicios mínimos garantizados, y no el número de pistas abiertas.

Además, podría ser útil destacar que, en jornadas donde la estación opera al 100%, el esquiador obtiene un valor añadido sin coste extra. Este cambio en la narrativa podría ayudar a los usuarios a valorar más el esfuerzo detrás del funcionamiento de una estación de esquí y a entender mejor la estructura de precios.

En conclusión, el precio de los forfaits no debería de ser entendido como un pago por el 100% de las pistas abiertas, sino como un acceso básico garantizado a una experiencia de esquí completa, con todos los servicios y garantías que ello implica. Cambiar esta percepción no solo ayudaría a reducir las críticas habituales, sino que también pondría en valor el trabajo, la inversión y el esfuerzo que las estaciones de esquí realizan día a día para ofrecer una experiencia única a sus usuarios.

En lugar de centrarnos en lo que no está disponible, enfoquémonos en todo lo que sí se nos ofrece, incluso en las condiciones más adversas.

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