Recorre cinco kilómetros con una familiar en la baca del coche tras una discusión
20.06.10 - 02:40 - OLAYA SUÁREZ | | CANDÁS.
Una gijonesa de 53 años, M. D. M. A., fue detenida ayer por la Guardia Civil tras conducir con una mujer en la baca de su vehículo más de cinco kilometros. Las mujeres mantuvieron una discusión mientras se dirigían a Candás desde Gijon, donde viven. Iniciaron un fuerte enfrentamiento cerca de Albandi. La Benemérita investiga si M. D. M. A. obligó a subir al techo del vehículo a la víctima. Lo que sí se sabe, por testimonios de los numerosos testigos que se cruzaron por la carretera con ellas, es que circulaba de forma temeraria para conseguir deshacerse de ella y tirarla abajo. La Guardia Civil la localizó en la plaza del Gremio de los Mareantes de Candás. Fue arrestada, mientras que la otra mujer, de 56 años, fue llevada a un centro sanitario.
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:?«Tuve que agarrarme con la cabeza y los dientes para no caerme»
«Me tuve que subir al capó para que no me atropellase y desde ahí trepé al techo. Estuvo ocho kilómetros intentando tirarme»
La mujer que viajó en el techo del coche de su cuñada dice «creer en los milagros»
«Me puse delante de su coche para que no se fuese, porque habíamos llamado a la Guardia Civil y se quería escapar. Tuve que subirme al capó porque arrancó y me intentó atropellar. De allí me vi obligada a trepar al techo. No había barras y todavía no sé dónde me pude agarrar. No había baca. No creía en los milagros hasta que el viernes me pasó esto tan grave y salí ilesa. Aún no sé cómo pude sobrevivir». Lo cuenta Conchita A. A., la vecina de Gijón que hace cinco días recorrió «unos ocho kilómetros» en el techo del coche de su cuñada después de mantener una fuerte discusión «por problemas que vienen de muy atrás».
El viernes, sobre las seis de la tarde, estaba en su finca de Arquiella (Carreño) «tomando un café con unas amigas cuando llegó mi cuñada y me cortó la luz de la casa». Llamó a la Benemérita, y mientras llegaban los agentes, intentó evitar por todos los medios que su cuñada, de 63 años, se fuese. Para ello, no se le ocurrió nada mejor que plantarse delante del Daewoo Aranos. «Quiso matarme. Aceleró para atropellarme. Fue intento de asesinato en toda regla», manifiesta, aún conmocionada por lo sucedido, adelantado por El COMERCIO.
A partir de ahí comenzó una rápida carrera con la cuñada encaramada en la parte superior. La conductora «iba dando frenazos y bandazos para conseguir tirarme del coche. Mientras, yo me tenía que agarrar a donde podía». Primero se enganchó al hueco que quedaba en la ventanilla abierta. «Hasta que la cerró para que me soltase», especifica. Y luego «en las gomas de las juntas y con los pies a los extremos del techo. Tuve que agarrarme hasta con la cabeza y los dientes para no caerme, porque iba a toda velocidad y por las peores carreteras».
Cuando llegaron a la AS-239, la antigua carretera que comunica Candás con Gijón, se cruzaron con varios coches y camiones. Sus ocupantes no daban crédito a la escena. Un vecino de Xivares circulaba tranquilamente cuando le adelantó el Daewoo Aranos. Tuvo que girar la cabeza dos veces. No podía creerse lo que estaba viendo: un coche disparado con una señora encima que gritaba «¡Que me mata! ¡Que me mata!». Llamó a la Guardia Civil y aceleró para situarse delante del vehículo en cuestión. Ayudó a bajar a la viajera de arriba. «Todavía no me explicó cómo pude sufrir todo aquello y no morir. Ha sido un milagro. He vuelto a nacer», dice Conchita A. A., quien nada más pisar tierra firme tuvo que escuchar de su cuñada que la iba a denunciar «por romperle el espejo lateral al bajarme».
Ataque con un serrucho
Cuando los agentes llegaron y le preguntaron a la conductora si era consciente de que llevaba a una mujer encima del coche contestó, según la versión de la cuñada, «que sí, y lo que quería era deshacerse de mí como fuese». Quedó detenida por un delito contra la Seguridad del Tráfico. La pasajera accidental fue llevada por su marido al centro de salud, por el ataque de ansiedad que sufría. Cuando salió, se fue a interponer la denuncia contra su familiar. «No es la primera. De hecho, ya tiene una condena firme porque hace tiempo me intentó atacar con un serrucho cuando la descubrí intentando cortarle las ruedas al coche de mi hijo». Conchita quiere dejar una cosa clara, «no soy un bulto, y somos gente seria ».
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La cuñada, de paquete
La acusada de conducir 5 kilómetros con la mujer de su hermano sobre el techo de su coche asegura que arrancó porque «ella se subió y empezó a abollarme a patadas el vehículo»
Nunca imaginaron que la riña familiar por la repartición de una herencia fuera a tener tanto recorrido. Un recorrido de cinco kilómetros: la distancia que una gijonesa realizó subida en el techo del vehículo de su cuñada, María Dolores Menéndez Gallinal, tras una disputa a cuenta de la panera de una finca común del concejo de Carreño. Menéndez Gallinal fue detenida el pasado viernes por conducir durante varios kilómetros con su cuñada de «paquete» en el techo de su auto. La acusada asegura que no sabía que la llevaba encima: «Yo sólo quería salir de la finca porque la mujer de mi hermano me estaba abollando el techo con golpes y patadas». En esta sorprendente película hay amenazas, golpes, partes de lesiones y denuncias cruzadas. El escenario: una finca situada en La Arquiella (Carreño). Las protagonistas: dos cuñadas enfrentadas por un terreno de 25.000 metros cuadrados.
Las desavenencias entre estas dos gijonesas, ambas denunciante y denunciada a la vez, comenzaron hace años. De hecho, Dolores Menéndez, a sus 62 años, no recuerda si alguna vez se llevó bien con su cuñada. Pero los problemas se enquistaron cuando Dolores y su hermano tuvieron que repartir la herencia de sus padres. Una finca situada en Carreño se convirtió así en el principal escollo para la relación entre cuñadas. Dolores Menéndez había construido en ese terreno una panera que alquilaba con frecuencia a turistas: «En un primer momento dividimos la finca en dos y no pasó nada, pero de pronto a mi cuñada le entró en la cabeza que la panera que yo había comprado para disfrutar los veranos era también suya, y ya empezó a hacerme la vida imposible insultando a todo el que venía por aquí». La situación llegó a tal punto que ambas partes dejaron por un tiempo de visitar la finca para no verse. Hasta el pasado viernes.
Las fuertes lluvias de la última semana habían dañado la panera y Dolores Menéndez se presentó en el lugar con varios expertos «para dar parte al seguro de los daños». Nada más llegar se dieron cuenta de que no estaban solos en la finca: «Mi hermano estaba allí con su mujer y toda su familia y casi ni nos dejaron entrar». Tras un fuerte cruce de acusaciones, los empleados del seguro decidieron dejar el peritaje para otro momento: «Pensamos en volver después de comer esperando que ya se hubieran ido». No acertaron. Su hermano y su cuñada seguían en la finca.
«Entonces vinieron a insultarnos y mi cuñada se montó encima de mi coche, lo abolló y le dio patadas, rompió el retrovisor y me pegó a mi hasta que cansó», mantiene Dolores Menéndez. La conductora decidió entonces arrancar el vehículo: «Ni me enteré que mi cuñada estaba encima, aunque luego la oír gritar». La denunciada asegura que la mujer de su hermano «tuvo tiempo de bajarse varias veces pero no lo hizo». Para evitar que ocurriera una desgracia tuvo que mediar un conductor, que adelantó a las gijonesas en la carretera S-239 y obligó al coche, en el que se producía la kafkiana imagen, a frenar en seco.
La historia no acabó ahí. Dolores volvió a la finca y se reencontró con su hermano que, según su versión, comenzó a golpear al vehículo. Pocos minutos después llegaría la Guardia Civil para calmar los ánimos. «Estuve declarando hasta las tres de la madrugada y lo pasé muy mal, pero yo también denuncié», aseguraba ayer, desde su domicilio de Gijón, Dolores. Los agentes de la Benemérita tomaron declaración a todos los imputados y los testigos y el asunto está en manos del Juzgado.
Dolores Menéndez concluye su relato con una afirmación: «La finca vale una fortuna pero es de las dos familias». Si quieren vender, no tendrán más remedio que hacer el viaje juntas.
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