Lo de las caídas de piedras en la carretera de San Isidro es algo realmente grave, porque lleva muchos años sucediendo, y nadie pone remedio. Es raro pasar alguna vez y no ver alguna piedra caída en la calzada, en ese tramo. Muchos de los usuarios habituales de esa carretera somos conscientes de que cualquiera de nosotros pudo ser la víctima, como lo fue este gijonés. Yo, una noche yendo a cofiñal, en verano, rompí el depósito del coche con una de esas piedras, imaginaros su tamaño par no poder librarla. Afortunadamente era de gasoil, porque el combustible salió hacia el tubo de escape de golpe, y se formó una humareda tremenda. De haber sido de gasolina probablemente adiós, muy buenas.
Esa contínua presencia de piedras en la calzada demuestra que las protecciones no funcionan, porque son muy bajas, y en otras partes directamente no las hay. La responsabilidad es de quien hace años que debió de tomar medidas y no lo hizo, ni lo hace. Igual que seguimos sin viseras en la zona de Riofrío, hasta que suceda otra desgracia. Esa carretera hace años que debió de hacérsele una reforma integral, pero claro, igual es que el dinero necesario para esa reforma no existe, porque presuntamente esté enterrado en la recta de Felechosa.