Relajarse en San Isidro pasa factura
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Si por algo se recordará la temporada 2015/2016 es por la falta de nieve durante la primera mitad de la misma, un hecho que pese a no ser nada nuevo llevaba sin producirse muchos años. Las pérdidas en hostelería suman ya el setenta por ciento de los ingresos de la campaña anual y hay alojamientos que no han vendido ni una sola noche desde que la temporada comenzase a finales de noviembre.
La situación está siendo desastrosa para los empresarios y autónomos que arriesgan e invierten en el sector de la nieve. Un sector que depende primeramente de la meteorología pero que también está condicionado a las decisiones que se tomen en la estación de esquí de la que depende. Puestos de trabajo, proveedores, calidad del servicio, turismo, todo ello se ve trastocado cuando falla uno de estos dos factores, de los que el primero -el tiempo atmosférico- es inalterable, pero el segundo -la toma de decisiones- debería ser cualificado y exquisito.
Lo sucedido el pasado fin de semana en San Isidro podría pasar inadvertido si estuviéramos hablando de un “punto de nieve” gestionado por aficionados o una instalación invernal de tercera o cuarta categoría, pero no debería ocurrir en una estación pública que se promociona como la más importante de la Cordillera Cantábrica, de la que dependen las economías de tres comarcas, la del Alto Porma y Alto Curueño en León y la de Aller en Asturias, y en la que en torno a 1.500 usuarios han depositado su confianza ciega al adquirir los correspondientes abonos anuales antes de saber si la temporada vendrá buena o mala.
Decisiones como la de anticipar ya un viernes que hasta el lunes no estará la estación abierta, mandando al personal a casa pese a tener incluso en ese momento condiciones adecuadas en las pistas de debutantes y previsiones de nuevas nevadas el mismo sábado por la noche, producen un efecto en cadena que hace aumentar la asfixia de quienes dependen de ellas. Se complica más aún cuando esas decisiones se toman a las puertas de un puente de carnaval, uno de los períodos vacacionales de mayor afluencia de la temporada y que viene precedido de la pérdida de otros tantos (Constitución, Navidad y Reyes).
Bajar la guardia en lugar de poner un esmero absoluto para gestionar una determinada situación y tirar la toalla de esa manera, crea precedentes ya repetidos con anterioridad que ocasionan una pérdida de confianza en los usuarios y turistas que se atreven a destinar sus días de vacaciones en nuestra estación, provocando cancelaciones de última hora y grandes dudas a la hora de que San Isidro vuelva a estar entre sus opciones principales.
Pese a todo, hubo quienes se atrevieron el fin de semana a acercarse para pasar el día, pisar la nieve y tirarse con los trineos por las pistas que ni siquiera estaban acondicionadas aunque sólo fuera para mantener la calidad de los bajos espesores. Pero lamentablemente tampoco pudieron tomar un café, comprar un bocadillo o aliviar sus necesidades, pues todas las cafeterías de la estación permanecían igualmente cerradas a cal y canto (continúa después de la foto).
Se percibe últimamente cierta animadversión hacia las zonas de debutantes, habiendo quien afirma que para abrir 200 metros de pista y sumar días de apertura mejor permanezcan cerradas. Sin embargo no todo el mundo está en posesión de la experticia en el esquí o snowboard. Poder contar con una oferta de estas características es más que suficiente para determinados usuarios, por no hablar ya de las clases de iniciación que se puedan contratar en escuelas de esquí, las semanas blancas de colegios o las propias estancias en la zona. Cierto es que todos desearían contar con buenos espesores y varios kilómetros de pistas abiertos, pero no se puede despreciar la realidad de que las zonas de iniciación atraen a un turismo familiar muy bien valorado por los negocios que dependen de la nieve.
Estamos en pleno invierno y no puede haber lugar para relajarse cuando de ti depende todo este cúmulo de imprevistos. Situaciones como la ocurrida van mermando poco a poco la distinción de la que debería ser un referente del esquí en el norte de España. Ya se lanzan incluso globos sonda que hablan de un posible cierre del centro invernal por falta de rentabilidad.
San Isidro necesita urgentemente un Plan Director diseñado por profesionales de la nieve con un horizonte a 10 años que incluya un plan de modernización, la unión con Fuentes de Invierno y la entrada a empresas privadas que inviertan en plazas hoteleras a pie de pistas. La Diputación de León tiene los medios para crear una empresa pública gestora que dé entrada en su accionariado a otras dispuestas a trabajar conjuntamente en una estrategia de futuro.
La oferta actual ya casi no vale ni para satisfacer la demanda actual. Una actuación y gestión profesional servirá sin lugar a dudas para volver a colocar a San Isidro en lo más alto. Mientras tanto, seguimos perdiendo el tiempo.